jueves, 26 de diciembre de 2013

Josefa Tolrà, menos desconocida

JOSEFA TOLRÀ. Maestro. La inteligencia (1947)
Museo Nac. Centro de Arte Reina Sofía, Madrid
Hace aproximadamente un año y medio, en mayo de 2012, publiqué en este blog un artículo bajo el título de "Josefa Tolrà, una desconocida en el Reina Sofía". En aquella ocasión trasladaba el interés y la atracción que me produjo la obra de esta casi desconocida pintora catalana en una visita al museo madrileño. Exponía entonces lo poco que había podido reunir acerca de ella, una medio payesa analfabeta de Cabrils, que durante sus momentos de tránsito, hablaba de arte y filosofía mientras pintaba sus extrañas figuras de fluidos cósmicos. Concluía aportando la referencia de dos dibujos suyos, titulados Fantasía taurina, que había localizado en el Museo de Arte Moderno Lille Metropole, en la localidad francesa de Villeneuve-d'Ascq.

Un par de semanas después de aquello me sorprendió gratamente recibir un e-mail de Sandra Martínez, una joven investigadora catalana en el que me informaba que estaba realizando, junto con otra compañera, Eulàlia Salvador, la catalogación y un estudio sobre la obra de Josefa Tolrà, al tiempo que me solicitaba si podía ampliarles la información sobre esas dos obras del museo francés. A la información ya publicada, tan sólo pude añadir la fecha de 1953, que habían llegado al museo por donación y la referencia de la ficha del catálogo. 

Hace unos días Alvar Calvet, a través de un comentario en este blog, me anunciaba la inauguración de una exposición en Can Palauet, Mataró, dedicada a Josefa Tolrà, y comisariada por Pilar Bonet y Dani Montlleó, bajo el título Josefa Tolrà. Dibujo fuerza fluídica, que tendrá oportunidad de visitarse hasta el 30 de marzo próximo. Al parecer, en unos meses se presentará un catálogo. También, amablemente, me facilitaba el enlace al blog Josefa Tolrà. Médium y artista,  donde se van publicando algunos de los contenidos de ese catálogo. Muchas gracias de nuevo Alvar por la información. Es de ahí de donde tomo prestado para su reproducción, tal cual aparece allí, un fragmento del artículo de Sandra Martínez y Eulalia Salvador que se incluirá en dicho catálogo, y a quienes aprovecho desde aquí para felicitarlas por haber culminado su investigación y arrojar luz sobre esta pintora, ahora menos desconocida.


La fuerza fluídica de Josefa Tolrá.
Por SANDRA MARTÍNEZ y EULÀLIA SALVADOR

Josefa Tolrà Abril nació el 8 de enero de 1880, en el pequeño pueblo de Cabrils, situado en el Maresme. Su vida empezó como la de tantas chicas de familia humilde y trabajadora. Cursó estudios primarios, aprendió a leer y a escribir y, cuando llegó el momento, colaboró con la economía familiar trabajando en la fábrica textil del pueblo.
A través de amigos comunes Josefa conoció a un trabajador del campo, Jaume Lladó. Se casaron y ella dejó la fábrica para dedicarse a la familia y ayudar a su marido. Fruto de este matrimonio nacerían sus tres hijos: Joan, Maria y Pere.
El destino hizo que con solo 14 años, después de una larga enfermedad, fallezca su hijo menor, Pere. Josefa, a pesar de ser muy creyente, sufrirá una grave depresión, aunque con el tiempo conseguirá sobreponerse. Pero en 1936 estalla la Guerra Civil Española y su hijo mayor Joan muere durante la contienda. Cuando se enteran de la terrible noticia, madre e hija se abrazan, llorando, en silencio. No hay gritos, no hay rabia. Únicamente dolor. Es ese dolor precisamente, el que hace que algo extraño ocurra. Se abre una sorprendente vía de comunicación con “los seres de luz” o “los de arriba”, como ella les denominaba, impulsada por la Fuerza Fluídica, tan presente en sus textos y obras.
Al principio Josefa tenía miedo porque no comprendía lo que estaba ocurriendo. El miedo hizo que no quisiera quedarse sola, ya que figuras y voces intentaban comunicarse con ella. Cuando explicó lo que ocurría a su familia, lejos de pensar que estaba enferma, la apoyaron en todo momento y la invitan a escribir y pintar lo que esas voces y esas caras le dictan. Así, el miedo desaparece.
Con 60 años empieza a hacer garabatos con una libreta y un bolígrafo. Garabatos y más garabatos, como una escritura automática. Llena varias libretas con estos extraños símbolos que poco a poco van evolucionando. Finalmente los grafismos se convirtieron en formas definidas. Escribe e ilustra una gran cantidad de libretas con mensajes comunicados directamente por “los seres de luz” y, en muchas ocasiones firmados también por ellos. Lo más sorprende es que nuestra protagonista nunca salió de Cabrils, solo en una ocasión para ir un día a Badalona a visitar una médium. No tenía acceso a libros, ni cursó estudios, pero en sus libretas escribe poesías, habla de ciencia, de lugares lejanos (como por ejemplo el Líbano) o de hechos históricos? Estos textos los acompaña de sorprendentes y maravillosos dibujos. Algunos representan escenas cotidianas, otros retratos de personajes como Marconi, Jacint Verdaguer o Napoleón Bonaparte.
Las libretas dieron paso a dibujos realizados en láminas. Su hija Maria, que trabajaba en la fábrica textil en la que también estuvo su madre, le facilitaba los rotuladores, lápices, bolígrafos y papeles. Estos dibujos están hechos en hojas de papel de diferentes tipos, incluso algunos en el reverso de papel charol. No disponían de más pero a Josefa no le importaba, lo único que quería era pintar. “Solo pintando me siento feliz” dijo en más de una ocasión.

1 comentario:

Mayalen dijo...

Que alegria!! me encantó tu entrada y tu cariño por esta artista casi desconocida pero tan mágica. Ahora me ha ilusionado de nuevo ver la imagen de una de sus obras y leer las buenas nuevas. Un saludo y feliz navidad

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