viernes, 14 de agosto de 2009

COSTUS, dos gaditanos en la movida madrileña

COSTUS. Lola Flores y Yul Brinner (1979). Decoración del bar "La Vía Láctea", Madrid.



El 20 de noviembre de 1975 la televisión y la radio anunciaron al mundo la muerte del general Francisco Franco, el dictador que rigió con mano de hierro una de las dictaduras más largas y feroces, surgida casi cuarenta años antes de una guerra civil que él mismo inició. Casi desde ese mismo instante empezaron a producirse una serie de cambios profundos en España, no sólo políticos, sino también sociales y culturales, tan importantes como los primeros.

Un papel destacado en aquellas transformaciones estaba destinado a ser protagonizado por los jóvenes españoles, que mostraron unas ganas irrefrenables de dejar atrás aquella España triste y gris en la que habían crecido, legado de la dictadura. Se mostraron ansiosos por disfrutar de una libertad hasta entonces vedada, y que no sólo pretendía ser política, sino también individual. Como suele ocurrir siempre que se sale de un tiempo de represión, el ansia de libertad lleva a cometer excesos, y fueron muchos los que se cometieron, por las ganas de probar todo lo prohibido, por desconocimiento, por impaciencia y por otras muchas más razones. Hoy sería impensable escuchar a un político gritar enardecido ante una multitud de jóvenes "¡Rockeros: el que no esté colocado, que se coloque... y al loro!", como hizo Enrique Tierno Galván, alcalde de Madrid, en 1984, que le convirtió en un referente para la juventud de la época, y al que llamaban el viejo profesor.

La manera de vestir de aquellos jóvenes, desenfadada y desafiante, les hizo caer, como reconocía Radio Futura, enamorados de la moda juvenil; su forma de divertirse al calor del amor en un bar, como proclamaban Gabinete Caligari, hizo que estos locales fueran punto de reunión y de experimentación, convirtiéndose algunos en lugares de culto, como ocurrió con La Vía Láctea en Madrid; gritaban a quien quisiera oirles, y a quien no también, como en la canción de Alaska y Los Pegamoides, que ni tú ni nadie puede cambiarme. Una música diferente, alegre y colorista, puso himno a todas estas inquietudes y sirven hoy como banda sonora de aquellos años, para algunos mágicos y dorados.


ENRIQUE COSTUS. Carmen Sevilla (1978). De la serie "Arquitecturas nacionales y otros monumentos".



Esos anhelos de cambio y modernidad se tradujeron en un auténtico fenómeno de cultura alternativa o movimiento contracultural, que tuvo en dos ciudades españolas, Vigo y Madrid, sus dos centros más activos. En Madrid, el movimiento se conoció como la movida madrileña o nueva ola madrileña, y algunos de sus iconos más reconocibles, fueron el director de cine Pedro Almodóvar, la cantante Alaska, la periodista Paloma Chamorro y un larguísimo etcétera que cubre casi todas las manifestaciones culturales y artísticas, y no sólo las musicales como algunos pudieran pensar.

Entre los artistas más sugerentes de la movida madrileña, y figuras importantes de la misma, está COSTUS, nombre bajo el que se cobijaron los artistas gaditanos, Enrique Naya y Juan Carrero, auténticos maestros del pop-art español. Enrique Naya nació en Cádiz y Juan Carrero en Palma de Mallorca, se conocieron en Cádiz, donde ambos vivían y estudiaban en la Escuela de Artes y Oficios, y allí iniciaron una amistad y un amor que duró hasta la muerte prematura en 1989, primero de Enrique, víctima del sida, y un mes más tarde de Juan, por suicidio. Es fácil comprender lo pequeña y asfixiante que podía ser la ciudad para la forma de vida y las inquietudes que empezaron a mostrar los jóvenes artistas. En 1975, el mismo año de la muerte del dictador, se trasladaron a Madrid, para finalizar sus estudios de Artes y Oficios.


ENRIQUE COSTUS. Carmen Polo viuda de Franco (1978). De la serie "Paso Trascendental: del Diez Minutos al HOLA".


Su casa de Madrid, en el número 14 de la calle de La Palma, en el barrio de Malasaña, se convirtió casi de inmediato en el epicentro de la movida madrileña, y sería bautizada, con la mordacidad acostumbrada por el escritor Francisco Umbral, como la "Casa-convento de las estrellas descarriadas". Todos los que fueron alguien en aquel movimiento pasaron por la casa, y en ella se rodaron muchas escenas de la primera película de Pedro Almodóvar, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980), auténtico documento cinematográfico de la movida, en la que también aparecen los propios pintores.

Al principio, la carrera de ambos se desarrolló en solitario. El primero en exponer fue Enrique Naya, que lo hizo en la Casa de la Juventud de Cádiz en 1975, con una peculiar visión de la cultura americana, a la que llamó "Made in USA. Visión de Yankilandia desde Cádiz". Tres años después, ya en Madrid, realizó "Arquitecturas nacionales y otros monumentos", su segunda exposición, con retratos de las grandes folklóricas españolas como Estrellita Castro, Carmen Sevilla, ..., motivo de escándalo público por lo que fue clausurada el primer día, y vuelta a abrir casi de inmediato. Por su parte, Juan Carrero, también en 1978 presentó en El Puerto de Santa María su primera colección de trabajos, bajo el sugestivo nombre de "Escenas de la España cañí".


COSTUS. Marina 3 (1980). De la serie "La marina te llama".


Su trabajo conjunto no comenzó realmente hasta 1979, cuando recibieron el encargo de decorar un local llamado a convertirse en todo un símbolo, el bar La Vía Láctea. Debido al gran tamaño de los murales deciden afrontarlos juntos, y fue ahí donde nació COSTUS, aunque el nombre no se adoptó como firma hasta 1981, con la exposición "El chochonismo ilustrado". Desde entonces su obra conjunta se firma como COSTUS y la individual como Enrique Costus y Juan Costus.

Será ahora cuando realizan algunos de sus trabajos más personales y maduros, como "La marina te llama" (1980), "Valle de los Caídos" (1980-87) y "La Andalucía de Séneca" (1985-89). En la primera de ellas homenajean a las famosas muñecas gitanas de Marín, que tantos y tantos salones y televisores coronaron en la España de los 60 y los 70.

En la segunda, el homenaje es a la propia ciudad de Madrid, a través de un monumento que siempre se había visto como una exaltación del franquismo, y que ellos entienden como un conjunto arquitectónico-escultórico, producto de un pasado del que ya no se puede renegar y que expresan unos valores universales de los que se apropia el franquismo. Ofrecen una peculiar y personal visión del monumento y de sus símbolos, pleno de ironía y sátira, que no debió ser bien recibido precisamente entre los sectores más rancios de la sociedad española: arcángeles seductores con vaqueros ajustados y cremalleras a medio abrir, vírgenes con medias rojas y estética punk, etc.

La tercera, también llamada "Serie Andaluza", es una vuelta a las raíces, Cádiz, Andalucía, ..., quedó incompleta a la muerte de los artistas. En ella vuelven a fundir, como en la anterior, el estilo hiperrealista y el expresionismo, incluyendo la luz mediterránea y paisajes egipcios, tras un viaje a aquel país.

COSTUS. Patria (1986). De la serie "Valle de los Caídos". La cantante Alaska sirve como modelo de la obra.

Su obra combina admirablemente lo contemporáneo y lo clásico. El clasicismo viene dado en muchas de sus obras, y especialmente en las últimas, tanto por la composición, heredada del barroco, como por el tratamiento escultórico de muchas figuras. Y como hicieran muchos de los artistas del pasado, que se atrevían a introducir en sus composiciones religiosas y alegóricas a personajes de su tiempo vestidos a la usanza de la época, tampoco ellos dudan en poner el rostro de cantantes, actrices, amigos, en ellas, y vestirlas con vaqueros y camisas aunque causase extrañeza en su momento. Lo moderno, en cambio, lo proporcionan las ambientaciones espaciales, el colorido alegre y fluorescente, que recuerda a las luces de neón, y el tratamiento irónico, atrevido, satírico, provocador y desenfadado que hacen.

COSTUS. Pareja con arco (1988). De la serie "La Andalucía de Séneca". Museo de Cádiz.


Vista hoy, se aprecia que la obra de Costus recoge como pocas la esencia de lo que fue la movida madrileña. Han pasado algunos años y muchos de los personajes que forman parte de la figuración, entonces conocidos y populares, hoy apenas son recordados, otros, en cambio, se mantienen de plena actualidad. Las pinturas de Costus actuan como un documento que perpetuará sus imágenes, del mismo modo que hoy hemos olvidado quienes fueron aquellos mismos figurantes de las pinturas de Murillo o Caravaggio, por ejemplo, aunque sin embargo, les conocemos por los cuadros de estos pintores.

Podemos decir que el tiempo engrandece, el trabajo de estos gaditanos que se muestra de una gran modernidad. No creo exagerado decir que es de lo mejor del pop-art español, y desprenden una ironía, un sentido del humor, y un atrevimiento difícilmente superables. Su mezcla de pop, kitsch, naif, hiperrealismo, expresionismo y casticismo, fueron un vendaval de aire fresco, un temporal de levante que diríamos en Cádiz. Los más jóvenes quizá no capten lo que había de desafío en estas imágenes, de atreverse a reirse de determinados personajes, de reivindicar determinadas conductas personales, pero los que vivieron aquellos años conocen bien el riesgo que asumían al hacerlo de la forma que lo hicieron.

Para profundizar más en la vida y en la obra de los Costus, os recomiendo que visiteis tanto la página web oficial de Costus, como la de la Fundación Costus, ambas son espléndidas, y de la última de ellas proceden las imágenes utilizadas tanto en la entrada como en la presentación que os dejo aquí abajo.

2 comentarios:

Algargos dijo...

Enhorabuena, muy buen artículo sobre COSTUS.
Me has descubierto dos artistas cuyas imágenes las tenía muy asimiladas por haber entrado alguna vez en "La Vía Láctea" o porque habían servido para ilustrar a la movida madrileña, pero de las que desconocía su autoría, así como su interesante obra. Buen homenaje.
Saludos. Alfredo.

muchacha en la ventana dijo...

Gran entrada, gracias por descubrirmelos.

un saludo desde mi ventana

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