viernes, 29 de octubre de 2010

Un paseo por Lovaina (y 3)

Groot Beginjhof, Lovaina.


Muy cerca de la Iglesia de San Quintín, donde dejamos nuestro paseo, aparece ante nosotros el Groot Beginjhof (Beaterio Mayor), uno de los lugares más encantadores de Lovaina. Fundado hacia 1230, llegó a ser uno de los mayores beguinajes de Bélgica.

El acceso al mismo se produce por un portal de estilo neoclásico que nos conduce a un auténtico remanso de paz y tranquilidad. Las aproximadamente sesenta o setenta casas de ladrillo rojo que componen este conjunto, fueron levantadas durante los siglos XVII y XVIII y muestran un aspecto muy sobrio, propio de la Contrarreforma católica. Allí donde antiguamente hacían su vida retirada y pidadosa las beguinas o beatas, hoy hacen la suya los estudiantes (no cuesta mucho imaginar que bien distinta), ya que la Universidad adquirió el conjunto en el año 1961 y lo convirtió en viviendas para ellos.


Groot Beginjhof, Lovaina.


Sus calles adoquinadas, el césped de sus pequeñas plazas y jardines, el rumor de las aguas del río Dilje que transita entre ellos, ... hacen del Groot Beginjhof, declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad, un auténtico regalo para cualquiera que, con un mínimo de sensibilidad, visite Lovaina, por eso, después de disfrutar del silencio y del frescor de este mágico lugar, cuesta abandonarlo para ir retornando sobre nuestros pasos.


Si ascendemos por la empinada calle Ramberg pasaremos por delante de la Capilla de San Antonio y alcanzaremos nuevamente, una vez más, Naamsestraat, para encontrarnos casi de frente con el Colegio del Rey, fundado por Felipe II en 1579, por la insistencia de Guillaume Lindanus, obispo de Ruremonde, durante su estancia en la corte madrileña.


J. GHENNE. Colegio del Rey (1776 - 1779). Lovaina


El actual edificio se construyó en estilo neoclásico entre los años 1776 y 1779 siguiendo los planos de J. Ghenne. Sobre un cuadrado levantó un edificio de dos plantas, salpicando sus fachadas de ventanas rectangulares enmarcadas en piedra, con una perfecta simetría. El resultado es un conjunto armonioso y equilibrado.

En el centro de la fachada principal se distinguen cuatro pilastras planas de orden jónico cubiertas por un frontón triangular. En el cuerpo inferior, en el espacio entre las pilastras, se abren a cada lado de la puerta dos nichos vacíos, con arcos de medio punto, al igual que la puerta principal.

La fachada lateral del Colegio del Rey mira de frente a la formidable Iglesia de San Miguel, probablemente la mejor de Lovaina. Levantada por los jesuitas en el siglo XVIII, es una joya del barroco flamenco. La obra fue encargada por la Compañía de Jesús a uno de sus propios hermanos, el padre Guillaume Hesius, que además de religioso, era arquitecto, poeta y amigo de Rubens, a quien esta fachada debe algunas cosas. En 1635 el infante Fernando de Austria visitó Amberes, y la ciudad encargó a Rubens el diseño de las arquitecturas efímeras habituales en estos fastos. Tuvieron una gran acogida, y llegaron a publicarse los dibujos en un libro en 1641. De allí tomó Hesius no pocos detalles para la iglesia de San Miguel. Su estructura, en cambio, deriva de modelos romanos como la iglesia de Santa Susana, de Carlo Maderno.



GUILLAUME HESIUS. Iglesia de San Miguel (1650 - 1666). Lovaina


La iglesia fue construída a mitad del siglo XVII. Presenta planta de cruz latina y ábside semicircular. Su fachada es un auténtico altar barroco, grandioso, pleno de dinamismo y con una exultante decoración en sus pilastras y columnas, en los frontones rotos, en las volutas y frisos, donde se repiten motivos naturalistas como racimos de uvas, palmas, angelotes o los dos grandes ángeles haciendo sonar sus trompetas del cuerpo superior. Lamentablemente mi visita a Lovaina coincidió con uno de los días que el templo permanecía cerrado y no pude admirar su interior, que por las fotografías y las referencias, puede calificarse de soberbio.

Oude Markt, Lovaina
A un paso de San Miguel está la populosa Oude Markt. Esta plaza adoquinada cuenta con un elevado número de edificios de ladrillo rojo adornados con los típicos gabletes de la arquitectura popular del norte de Europa. Algunos de ellos son del siglo XVIII, aunque la mayoría son modernos. Los bajos de todos ellos están ocupados por bares y terrazas, prácticamente llenos a cualquier hora del día por los estudiantes, universitarios y constituye un magnífico lugar para disfrutar de un café, una cerveza o una copa, según el momento del día.




 ALPHONSE VAN HOUCKE. Edificio de Correos (1893 - 1895). Lovaina


Llegados a este punto hemos terminado prácticamente nuestro paseo, ya que al salir de la Oude Markt entramos en la Groot Markt y emprenderemos el camino de regreso a la estación, dejando de visitar algunos otros lugares de interés. Si bordeamos San Pedro por su fachada principal tendremos ocasión aún de admirar en uno de los ángulos de la Smordesplein el pintoresco edificio de la Oficina de Correos, construída a finales del siglo XIX en estilo ecléctico por el arquitecto e ingeniero Alphonse Van Houcke. Los distintos tipos de materiales empleados le dan un aire muy colorista, con el negro de las pizarras, el rojo y el blanco de las piedras de la fachada. En el ángulo posee una curiosa de formas bulbosas y rematada por una aguja. La organización de la fachada presenta claras disimetrías que, sin embargo, no perjudican el conjunto.

Si pensais visitar Lovaina o teneis interés en alguna de las obras que hemos mencionado en este paseo, os recomiendo la obra de Edward van Even, Louvain dans le passé & le present, un clásico de 1895 con una importante cantidad de datos e información sobre las maravillas de la ciudad.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Un paseo por Lovaina (2)

CLAUDE FISCO. Colegio de Valk [puerta de acceso](1783). Lovaina


En la primera parte de nuestro paseo habíamos hecho un alto en el camino a la salida del Colegio del Papa. Proseguimos nuestro itinerario bajando hacia la izquierda del mismo, al final de la calle tomamos la estrecha y animada Munststraat a la derecha, para alcanzar Tiensestraat y subir ligeramente la calle. Pocos metros más adelante nos situamos delante de la hermosa portada neoclásica del Colegio de Valk, antigua Escuela de Pedagogía del Halcón, como nos recuerda la inscripción situada sobre el arco. Es una de las escuelas más antiguas de la Universidad de Lovaina.

El edificio actual, en su mayor parte, fue construído en 1783 por Claude Fisco, el mismo arquitecto que diseñó la señorial Plaza de los Mártires, en Bruselas. A él corresponden la sencilla pero elegante fachada, el ala izquierda y el edificio principal, al fondo del patio que articula el conjunto.

La portada está formada por un solo arco de medio punto enmarcado por el dibujo de dos pilastras, meramente decorativas, y rematada por un frontón triangular. Sobre el arco puede leerse la inscripción "PEDAGOGIUM FALCONIS REAEDIFICAT MDCCLXXXIII". Ni en la fachada, ni en el resto del edificio empleó Fisco columnas o pilastras, consiguiendo sin embargo un conjunto majestuoso gracias a la perfecta coordinación de todos los elementos. En algunos aspectos, como el sistema de decoración y la organización de las fachadas, el edificio recuerda al Palacio de Luxemburgo, en París, en el que probablemente se inspiró su autor. 



CLAUDE FISCO. Colegio de Valk [patio interior](1783). Lovaina


Tras contemplar el hermoso patio del Colegio podemos continuar ascendiendo por Tiensestraat y, en pocos minutos, alcanzamos el Parque de San Donato, donde pueden apreciarse los restos de una antigua muralla del siglo XII que rodeaba la ciudad medieval. La sombra de sus árboles ofrece cobijo en las calurosas tardes de agosto y sentado en uno de sus bancos puede contemplarse el ir y venir de sus gentes, mientras se saborea alguno de los exquisitos dulces de las pastelerías próximas al parque.


CONSTANTIN MEUNIER. Anteproyecto de los relieves del Monumento al trabajo. Instituto Superior de Filosofía, Lovaina.


Al comienzo de Vlamingestraat, la calle que rodea el parque, se encuentra el Instituto Superior de Filosofía. El portal da acceso a un patio con edificios neogóticos muy transformados. El punto de mayor interés lo encontramos a la entrada del portal, a la derecha, donde está colocado el anteproyecto original de los relieves que componen el Monumento al trabajo, de Constantin Meunier, uno de los grandes artistas plásticos del realismo social en Bélgica. Meunier vivió en la ciudad en 1887, cuando fue nombrado profesor en la Academia de Lovaina, y allí inició la realización de un grupo de relieves que dignificaban el trabajo de la clase obrera. Aunque la obra quedó inacabada, años después se instalarían en el Monumento al trabajo de la Plaza de Trooz, en Bruselas.


Capilla de Nuestra Señora de la Fiebre (2ª mitad del siglo XVII), Lovaina.


En esa misma calle, poco más adelante, podemos admirar la fachada barroca de la Capilla de Nuestra Señora de la Fiebre, actualmente convertida en un centro de documentación católico. El maltrecho estado de piedras y ladrillos no resta un ápice de belleza a esta hermosísima obra.

En aquel lugar se veneraba una imagen de la Virgen que adquirió una  gran reputación en la ciudad por los milagros que hacía, especialmente cuando las enfermedades hacían estragos entre la población. Ese fervor hizo que el templo fuera engrandeciéndose con el paso del tiempo.

La iglesia que hoy puede admirarse se comenzó a construir hacia 1641 y se terminó hacia 1705 y pronto se convirtió en una de las favoritas de la aristocracia y la alta burguesía de Lovaina, que acudían allí durante el siglo XVIII a la misa diaria de once, ataviados con sus riquísimos trajes y, sobre todo, en sus llamativos carruajes, en un espectáculo que hoy causaría gran admiración.

La puerta de acceso, en piedra, dispone sobre ella una ventana, a una altura ligeramente superior que la de los nichos que la flanquean en las calles laterales, formando un agradable conjunto en el que contrasta el gris de la piedra con el rojo del ladrillo. La sencillez del cuerpo inferior contrasta con el barroquismo del cuerpo superior de la iglesia, que se manifiesta tanto en las formas curvas y caprichosas de los elementos arquitectónicos, en los frontones rotos y superpuestos, como en la densidad decorativa que rodea la imagen de la Piedad que preside el nicho que corona la fachada.


Iglesia de San Quintín (siglo XV). Lovaina


Dejamos atrás la exaltación barroca de Nuestra Señora de la Fiebre, encaminamos nuestros pasos por Parkstraat y alcanzamos Naamsestraat, para llegar al punto más alejado de nuestro recorrido, la iglesia de San Quintín.

Esta iglesia de estilo gótico se piensa que pudo haber sido erigida a lo largo del siglo XV, y quizá interviniese en ella Matheus de Layens, a quien ya hemos mencionado al hablar de San Pedro y el formidable Ayuntamiento de Lovaina.

San Quintín es un edificio de proporciones reducidas, una iglesia de tres naves con planta de cruz latina muy regular. Justo Lisipo, el filólogo y humanista que ejerció como profesor de Latín en la Universidad a finales del siglo XVI, la consideraba como la iglesia más bella de Lovaina.

sábado, 16 de octubre de 2010

Un paseo por Lovaina (1)



Ayuntamiento de Lovaina. Detalle de la fachada.


Lovaina es una ciudad pequeña, situada a unos 30 kilómetros al este de Bruselas y con una población que ronda los noventa mil habitantes, muchos de ellos estudiantes. Ese trayecto se recorre en apenas veinte minutos en tren desde la Estación Central de Bruselas, con una puntualidad realmente envidiable, como pude comprobar en este y otros trayectos realizados durante este último verano. 

Aunque los orígenes de la ciudad se remontan a un campamento levantado por Julio César, no fue hasta la Edad Media, gracias al boyante y próspero comercio de las telas, que la ciudad alcanzó una cierta notoriedad que se tradujo en la construcción de importantes edificios. Sin embargo, el nombre de Lovaina se convirtió en universal cuando el Papa Martín V y el Conde Juan de Bravante decidieron fundar en 1425 una universidad en aquel lugar, lo que la convierte en la universidad más antigua de los Países Bajos y la universidad católica más antigua del mundo.

En el siglo XVI  se convirtió en uno de los centros intelectuales más prestigiosos de Europa, y por sus aulas pasaron eminencias de la talla de Erasmo de Rotterdam  que ayudó a fundar el Collegium Trilingüe con la intención de promover el estudio del hebreo, del latín y del griego; Andreas Vesalio que se se graduó en Medicina en la Universidad de Lovaina; Gemma Frisius matemático, astrónomo y físico, que resolvió el problema del cálculo de las longitudes geográficas, el problema que durante siglos había inquietado a los navegantes; Gerard Mercator, el gran cosmógrafo del siglo XVI, estudió Matemáticas en sus aulas, precisamente con Gemma Frisius, de quien aprendió el movimiento de los planetas y la geometría clásica que luego le serían de tanta ayuda en la elaboración de su famoso mapa; o Adriano de Utrecht, que fue profesor de Filosofía, Teología y Ley Canónica, antes de ser proclamado Papa con el nombre de Adriano VI. Y así podríamos seguir con una larga lista.

La Universidad de Lovaina se convirtió, además, en uno de los bastiones intelectuales de la lucha contra la reforma protestante. Carlos V encomendó a su Facultad de Teología la tarea de inspeccionar todos los libros que se imprimían, y censurar aquellos contrarios a la doctrina oficial de Roma.

La influencia que la Universidad ejerce en la ciudad se percibe en cada paso que se da en ella, y le imprime un carácter que, salvando las lógicas diferencias, te recuerda a otras pequeñas ciudades universitarias como Santiago de Compostela o Salamanca.

En las guías de turismo de Bélgica ocupa un lugar importante, pero no tanto como otras ciudades más conocidas y promocionadas como Brujas, Gante o Amberes, pongo por caso. Es cierto que, si exceptuamos el soberbio Ayuntamiento, carece de las catedrales, grandes iglesias o museos de aquellas ciudades. Sin embargo, dispone de un magnífico conjunto urbano salpicado de pequeñas joyas arquitectónicas que van apareciendo ante tí, sorprendiéndote, a cada paso. Un tanto alejada de la mirada curiosa de las multitudes de turistas, el visitante puede deleitarse con un plácido paseo por sus calles, animadas por la presencia constante de estudiantes, incluso en agosto, pero que no restan ni la tranquilidad ni el sosiego necesario para apreciar la belleza de Lovaina, y ahí radica precisamente su encanto, haciendo de ella, como reza un folleto que recogí en la Oficina de Turismo, un tesoro de ciudad.

WHITNEY WARREN. Biblioteca de la Universidad Central (1921 - 1928), Lovaina.


Si como fue mi caso, llegamos a la ciudad en tren, podemos iniciar nuestro paseo desde la propia estación. Frente a ella se encuentra Bondgenotenlann, una importante calle comercial que nos conduce directamente al centro de la ciudad, a menos de 700 metros. A mitad de esta vía, si giramos por Koning Leopoldstraat, llegamos a Monseigneur Ladeuzeplein, donde podemos hacer nuestro primer alto en el camino para admirar la Biblioteca de la Universidad Central, visible desde lejos por la enorme torre que contrasta con la horizontalidad del edificio. La primera biblioteca había sido construída en estilo barroco en 1725 pero se destruyó durante un incendio en la Primera Guerra Mundial. Tras el fin del conflicto, se confió al arquitecto norteamericano Whitney Warren el nuevo edificio, quien adoptó los cánones historicistas y erigió un buen ejemplo de neorrenacimiento flamenco. Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1940, la Biblioteca volvió a sufrir daños muy importantes que obligaron a su reconstrucción en 1947, siguiendo los planes y diseños de Warren.



Iglesia de San Pedro (siglo XV). Lovaina. A la izquierda vista de la cabecera, a la derecha, fachada principal.



Si reemprendemos nuestro camino por Leopold Vandekelerstraat, pasamos por delante del Colegio de San Ivo, y pocos metros más adelante llegamos a Fochplein, junto a la Grote Markt. Desde allí podemos admirar la cabecera de la Iglesia Colegial de San Pedro, sin duda su mejor perspectiva. El templo es una de las mejores muestras del gótico de Bravante. Se empezó a construir en el primer tercio del siglo XV, aunque tardaron más de doscientos años en concluirla. Unas excavaciones recientes han permitido descubrir una cripta románica correspondiente a una iglesia anterior levantada en el mismo lugar.

La fachada principal, con sus torres truncadas, dan la imagen de iglesia inacabada y su aspecto no se corresponde con la verticalidad propia del gótico. Al parecer, cuando se empezaron a levantar las torres se produjo un derrumbamiento al no soportar su peso los cimientos del templo. Luego, problemas económicos impidieron reemprender la obra, de ahí el aspecto que presenta, muy poco atractivo.


Ig. San Pedro (Lovaina). Púlpito barroco y reja gótica


Merece la pena pasar a su interior y apreciar la altura de las bóvedas de sus tres naves. En el centro de la nave central se alza un espectacular púlpito barroco en madera, en el que se cuenta la historia de la conversión de San Norberto, un noble alemán poco inclinado al fervor religioso, que vio su vida transformada al caer de su caballo fulminado por un rayo de luz, en una visión celestial que parece evocar la propia historia de San Pablo.

Otra de las joyas del interior la apreciamos en la reja gótica de finales del siglo XV. Sus recargados arcos conopiales, y su abundancia decorativa, nos sitúan en el gótico flamígero, y ponen un punto de contraste con la sencillez y limpieza de las bóvedas y muros. La reja es de proporciones considerables,  corta la nave central y la separa de la magnífica sillería del coro, obra de N. de Bruye. El coro y las capillas, transformadas en un museo de arte religioso, conservan obras de la importancia de La Última Cena, de Dirk Bouts.

Ayuntamiento de Lovaina (siglo XV)


La entrada sur de San Pedro se sitúa en la Grote Markt, frente al Ayuntamiento,  auténtica joya del gótico civil flamenco, una de las mejores muestras del estilo junto con los de Bruselas, Brujas o Gante. En su construcción intervinieron tres arquitectos, que se fueron sucediendo en el tiempo. El primero de ellos fue Sulpicius Van der Vort, a quien sucedieron, primero Jan Keldermans y luego Matheus de Layens, quien pasa normalmente como ejecutor del proyecto.

Es un edificio de tres plantas, con una profusa decoración escultórica propia del gótico flamígero, que ocultan casi por entero las líneas constructivas del edificio. Las esculturas que tapizan los muros, a ambos lados de los estrechos ventanales que los recorren de arriba a abajo, son de dos épocas diferentes. Las más antiguas son góticas y corresponden a escenas bíblicas. Las más recientes, en cambio, representan a dignatarios locales, políticos e intelectuales vinculados a Lovaina, como Erasmo o Luis Vives, y se añadieron en el siglo XIX.

 La verticalidad del conjunto se subraya por las cuatro torres situadas en cada uno de sus ángulos a las que hay que añadir otras dos en el tejado. Sin duda, el de Lovaina, es uno de los ayuntamientos más bellos del mundo.


Tafelrond (1927). Lovaina



Antes de abandonar la Grote Markt podemos sentarnos en algunos de los agradables cafés situados en los edificios barrocos y neoclásicos que la componen. Desde sus terrazas se puede admirar la belleza del conjunto y contemplar al fondo el edificio que llaman Tafelrond (La Mesa Redonda). El edificio original era gótico, obra de Matheus de Layens, uno de los arquitectos que intervino en el Ayuntamiento. El edificio actual se trata de una reconstrucción en estilo neogótico, del año 1927.


Aula Universitaria (Lovaina)

Continuamos con nuestro paseo por Naameestraat y nos topamos de inmediato, a nuestra derecha, con el Aula Universitaria. El edificio original estaba dedicado al comercio de paños, actividad que supuso la prosperidad de la ciudad en la Edad Media. Entonces sólo tenía una planta, la que podemos ver en estilo gótico (1317). En el siglo XVII se añadieron otras plantas para adecuarlo a las nuevas funciones cuando la Universidad adquirió el edificio. En la actualidad constituye la sede de la administración central de la Universidad Católica de Lovaina y está profundamente reformado aunque conserva algunos de sus hermosos arcos.

Si giramos a la izquierda en Standonckstraat, llegamos a Hogeschoolplein, una tranquila y recogida plaza en la que nos topamos de frente con el Colegio del Papa, uno de los más antiguos de la Universidad de Lovaina y que cuenta con una agitada historia a sus espaldas. En 1502, cuando Adriano de Utrecht ejercía de profesor en Lovaina, adquirió una casa propiedad de Gautier Van den Tymple que reformó en profundidad para convertirla en su residencia. Allí vivió hasta su marcha a España como consejero del emperador Carlos V. Años más tarde, y convertido ya en Papa con el nombre de Adriano VI, pocos días antes de su muerte en 1523, otorgó su testamento, en el que ordenaba que aquel edificio se convirtiera en un colegio para estudiantes de teología, lo que obligó a otra profunda reforma del edificio.


LOUIS MONTOYER. Colegio del Papa [cuerpo central de la fachada] (1776-1778). Lovaina


En 1775 el edificio sufrió un derrumbe parcial que afectó gravemente a sus instalaciones y se decidió practicar otra reforma, que se encargó a un arquitecto de prestigio, Louis Montoyer. La primera piedra del mismo la colocó el entonces presidente del Colegio, el doctor Thomas Lambert Ghenne el 18 de mayo de 1776. Dos años después se daban por finalizadas las obras de este precioso ejemplo de neoclasicismo.

El edificio forma un rectángulo que ocupa una superficie de unos siete mil metros cuadrados aproximadamente, que se articulan en torno a un patio interior que sorprende por su silencio y la serenidad que emanan sus proporciones.

La fachada exterior se articula en tres cuerpos. El central dispone de seis pilastras de orden colosal en estilo compuesto. El conjunto se remata con un frontón triangular. Los cuerpos laterales, en cambio, se cubren con frontones semicirculares y las pilastras, del mismo orden que las anteriores, se organizan en dos cuerpos en altura, el primero de los cuales descansa sobre un basamento rústico.


LOUIS MONTOYER. Colegio del Papa [patio interior] (1776-1778). Lovaina


En el año 1786 el emperador José II decidió destinar las instalaciones para Seminario General de la Universidad; más tarde, en los revolucionarios años que se sucedieron con la ocupación napoleónica, llegó a ser una sucursal del Hospital de los Inválidos de París. Durante la ocupación holandesa, el rey Guillermo I estableció allí el Colegio de Filosofía; y desde 1835 sirve de escuela de pedagogía para los estudiantes de Filosofía y Letras.

Hacemos aquí un alto en nuestro camino para retomar la ruta en unos días.

domingo, 3 de octubre de 2010

La paleta de Narmer

Paleta de Narmer. Museo Egipcio de El Cairo. Fot. wikipedia


A juicio de buena parte de los egiptólogos, la larga historia del Antiguo Egipto unificado pudo comenzar con el reinado del rey Narmer, posible fundador de la I Dinastía, que gobernaría el territorio a finales del IV milenio aC, aproximadamente entre los años 3185 - 3125 aC. En cualquier caso, tanto la cronología como la propia figura de Narmer es discutida, y se confunde con la de otros gobernantes que le precedieron, como el famoso rey Escorpión, o que le sucedieron, como es el caso del rey Aha. Quizá alguna explicación pueda arrojarnos una de las obras de arte más antiguas del mundo egipcio, la paleta de Narmer, depositada en el Museo Egipcio de El Cairo.

El objeto en cuestión apareció a finales del siglo XIX, concretamente en 1898, durante las excavaciones llevadas a cabo en el templo de Horus de Nejen. Este tipo de piezas era empleado por los egipcios como una especie de molinillo donde se preparaban los afeites con que luego se maquillaban los ojos. El tamaño de la misma, de 64 cm, mayor de los que se empleaban en la vida cotidiana, es un indicio del claro carácter votivo de la paleta, que formaría parte de alguna ofrenda ritual.

Lo más interesante de la paleta de Narmer, aparte de su evidente valor artístico, radica en su valor como documento histórico. En los bajorrelieves que ocupan sus dos caras parece que ser que se narra cómo se produjo la conquista del Delta del Nilo por el rey Narmer. Como es sabido, el Egipto predinástico estaba dividido en dos reinos, el Alto Egipto, al sur del país, y el Bajo Egipto, en la zona del delta, al norte de Egipto. Narmer llevó a cabo la conquista de la región del delta y unificó Egipto en un solo reino. Sin embargo, las representaciones del monarca, como ocurre en la propia paleta, nunca le representan portando la doble corona, símbolo de la unión del Alto y el Bajo Egipto, sino una u otra alternativamente, como si en lugar de ser rey de un solo reino, fuese el mismo rey para dos reinos diferentes.

Paleta de Narmer. Museo Egipcio de El Cairo[det.].   Fot. tomada de Amigos de la Egiptología

 
En una de sus caras, se representa a Narmer a una escala superior al resto de las figuras y portando la corona del Alto Egipto. El faraón, como sería frecuente en lo sucesivo en otras muchas representaciones de los faraones, golpea con una violencia extrema al enemigo al que tiene sujeto por el cabello. Sin duda, una advertencia para cualquiera que ose oponerse al poder del faraón,  como los vencidos que están en otro registro, bajo sus pies. En su victoria cuenta con la protección de Horus, en su habitual representación de halcón. Su presencia junto a Narmer viene a recordarnos el carácter divino del monarca. Tras el rey aparece la figura del portador de las sandalias del rey.


En la otra cara los sucesos se narran en tres franjas horizontales. En la primera banda Narmer porta ya la corona roja, símbolo del Bajo Egipto, que tras la victoria le pertenece. Acompañado de su séquito, se nos muestran dos filas de enemigos decapitados, en otra muestra más de la crueldad con que se paga a los enemigos del rey. En el segundo registro, aparecen dos extraños monstruos con unos enormes cuellos entrelazados a los que dos egipcios tienen atados con unas correas, y que constituye uno de los pocos elementos no interpretados de la paleta. Por último, en el tercer registro se muestra a un poderoso toro pisoteando a los enemigos vencidos y arremetiendo contra las murallas de una ciudad que ceden ante su ataque. La identificación del toro con el faraón parece clara.

En sus dos caras, aparece escrito el nombre de Narmer, entre dos cabezas de vaca que se muestran frontalmente, lo que no es muy usual en la plástica egipcia. Aunque suelen identificarse con tempranas representaciones de la diosa Hathor, también hay autores que piensan que se trata de una representación de la diosa Bat.

Llama poderosamente la atención comprobar cómo en una época tan temprana como la que corresponde al reinado de Narmer, ya están asimilados, o al menos planteados, los fundamentos y convencionalismos estéticos de la plástica egipcia. El más importante de todos ellos es la norma del perfil, que surge en gran medida de adoptar el contorno como elemento fundamental de la figuración. Ya el historiador romano Plinio el Viejo afirmaba que los egipcios crearon el dibujo siguiendo al carbón los contornos de la sombra que un hombre proyectaba en la pared. No obstante, el perfil egipcio no es real, sino que está plagado de una serie de convencionalismos que le hacen inconfundible. La cabeza se muestra de perfil, aunque el ojo nos mira de frente, el torso aparece vuelto frontalmente hacia el espectador y las piernas vuelven a mostrarse de perfil en un escorzo imposible, una adelantada sobre la otra pero con los pies firmemente plantados sobre el suelo.

Paleta de Narmer. Museo Egipcio de El Cairo[det.].   Fot. tomada de Sobre Egipto


También la concepción espacial, carente de cualquier intento de perspectiva, está ya formulada en la paleta de Narmer, limitándose únicamente a superponer figuras unas sobre otras, ya que "la única distancia mensurable en las representaciones bidimensionales es la paralela al plano de la superficie, quedando anuladas la distancia perpendicular y la oblicua" (Historia del Arte, Ed. Salvat). Además, por su forma de distribuir las figuras, incluso en obras de pequeñas dimensiones como la que nos ocupa, se aprecia el carácter mural de la plástica.

Por último, encontramos aquí también otro de los principios básicos del relieve egipcio, el de jerarquía. Cuanto mayor es la importancia política, religiosa o social de una figura, mayor es el tamaño con el que se la representa, y por eso podemos ver en la paleta de Narmer hasta cuatro escalas diferentes para representar a los personajes. Todo ello ayudaba a reforzar y complementar el mensaje mediante el cual se transmitía el poder del faraón.
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